martes, 16 de agosto de 2011

Una vez más, como todos los años, llega el día del niño. Fiesta comercial o no, eso no importa hoy, es bueno, copado, hermoso, que tengamos a todos los niños presentes en nuestro pensamiento y accionar. Aunque ese accionar tiene que ser durante todo el año.
Ver a un nene de un barrio, o a otro en una cama de hospital, o internado en rehabilitación o pidiendo en la calle, es para mí, ver a Jesús. Ni más ni menos. Ese Jesús que alguna vez dijo que cuando no ayudamos a ese nene en la calle no lo estamos ayudando a él.
Ayudar a un nene en la calle, o en cualquier otra situación, es brindar mi mano al mismo Jesús, y es justamente Jesús el que ayuda a ese nene gracias a mi.
Loco, místico, misterio. Pienso y siento que es así. Jesús ayuda y pide ayuda, es pobre y solidario, es misionero y misionado. Porque él está en todos. Y nuestro trabajo, mejor dicho, nuestra misión, es aprender a verlo a Jesús en todas las personas de este planeta, en cada una de ellas, no importa color, raza, religión. No importa si es amigo o enemigo, hermano o desconocido.
Es ver a Jesús en todos.
Porque en definitiva, si se aparece Jesús y te pide una mano ¿Se la negarías?

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